Siempre que observamos esa capa
blanquecina que envuelve a la ciudad nos preguntamos cómo y en qué medida puede
afectar nuestra salud.
La versión web del Diccionario de Meteorología y Clima define a la calima como “la
existencia de partículas muy pequeñas de polvo o arena en suspensión en la
atmósfera”. Y establece que la desaparición de este evento está condicionada
por el viento o la lluvia.
Cabe
precisar que la calima es esa nubosidad perenne suspendida en el ambiente
durante los meses de sequía, cuando normalmente se presenta baja humedad
relativa, poca nubosidad, escasez de precipitaciones en gran parte del país y
vientos relativamente débiles (características que están asociadas a los
sistemas de alta presión).
Por su
parte, la alta presión produce un debilitamiento de los vientos Alisios
(vientos del noreste) generando una gran estabilidad atmosférica. Esto casi
anula el movimiento del aire en forma vertical, resultando lo que se llama
coloquialmente: “no sopla el viento”.
Según
registros del Inameh, la temporada seca y la alta presión son condiciones que
favorecen una mayor concentración de partículas producidas por los incendios
forestales en la capa baja de la atmósfera, que es la más cercana a nuestra
visual, ocasionando una disminución en mayor o menor medida de la visibilidad y
la aparición de molestias en ojos, nariz y garganta.
La directora
del Centro Nacional de Alergia, Asma e Inmunología (Cenain), doctora Gabriela
Guerra Khliefat, explicó que si este fenómeno meteorológico es persistente o
abundante, puede dar lugar a otros síntomas como broncoespasmos, crisis
respiratorias y asma, desencadenando conjuntivitis alérgica, lagrimeo, picazón,
ardor en los ojos, disminución de la agudeza visual, debido a la irritación
producida por este evento.
“En el
caso de la rinitis alérgica - acotó la especialista - puede exacerbarse por la
alta concentración ambiental de antígenos teniendo características clínicas
tales como prurito (picazón), rinorrea (secreción mucosa), estornudos, dificultad
respiratoria, congestión nasal, dolor en cara, cefalea y goteo posterior que
produce tos seca irritativa y hasta cierta dificultad respiratoria”.
Puntualizó
que en pacientes con antecedentes de asma, este fenómeno puede hacer que se
presenten crisis con dificultad respiratoria, pudiendo acarrear una infección
respiratoria debido a la contaminación ambiental.
En
primer término, Guerra recomienda a las personas que tienen un componente
alérgico, evitar transitar las zonas con mayor concentración de este
contaminante y resguardarse en casa, manteniendo las ventanas cerradas en el
día, cuando la concentración es mayor, y abrirlas en la noche.
Frente
a casos de mayor sensibilidad, conviene
someterse a un tratamiento médico estacional para evitar crisis o
complicaciones en estas temporadas, “Estos tratamientos pueden ser locales como
irrigadores nasales, el uso de algunos medicamentos tales como los histamínicos,
esteroides tópicos, y en casos más graves, vía sistémica, el uso de la
inmunoterapia la cual puede ser utilizada en dos formas, la estacional o cuando
se presente de forma crónica y poderlo usar con un esquema más prolongado”.
@alergiascenain
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